14/4/08

Sandra Torres llevó la antorcha Olímpica en Buenos Aires, Argentina.



La atleta argentina de elite, Sandra Torres, nos mando este informe sobre su experiencia el otro día con la antorcha olímpica, que tuve la suerte de ser una de las participantes. Para la que no lo conoces, ella participo en la maratón de Atenas, de los juegos olímpicos 2004.

El viernes 11 de abril de 2008 tuve el honor y privilegio de ser portadora de la antorcha olímpica en su paso por la Argentina. Me resulta muy difícil expresar con palabras el momento vivido.
En nuestros sueños y anhelos siempre imaginamos las situaciones... vivirlo ha sido mucho más... Una gran emoción y orgullo no sólo me envolvió a mi, sino también a los otros 79 representantes (deportistas, periodistas e invitados especiales).


Un nudo en la garganta y una corriente de adrenalina inundaban mi corazón. Sentía que estaba al límite de mis emociones, pero no fue así... el atleta de sillas de ruedas, Alejandro Maldonado, desde su silla de ruedas traspasó el fuego de su antorcha hacia la mía, una eternidad de 5 segundos en la cual esa flama atravesó mi cuerpo y mi alma. En ese momento comprendí lo que es el "Fuego Sagrado".
Mis 200 metros por Av. del Libertador se convirtieron en un paso directo a la gloria...
Llevé en mis manos el Fuego Olímpico, plasmando en mi corazón y en mi recuerdo por siempre el calor, la energía y la fuerza milenaria. Ese fuego tiene amor, pasión, lealtad, compromiso, y quedé inundada de él. El ciclista Juan Curuchet fue quien me relevó. Nunca olvidaré los ojos y la mirada de Alejandro Maldonado en el momento de encender mi antorcha, ni olvidaré la de Juan Curuchet en el momento en que encendí la suya.

Lo mismo les sucedió a Bardach, Lange, Perez, el gato Romero, García, la tigresa Acuña, D'Alessandro, Varski, Sabatini, Suarez, Spínola, Alexandre, Chacón, Vega, entre otros. Podrá acaso el tiempo cubrir de canas mi cabello, llenar de arrugas mi piel, encorvar mi espalda, endurecer mis articulaciones, pero créanme amigos que jamás podrá borrar de mis retinas, de mi mente y de mi corazón estos sublimes momentos.

Sandra Torres.

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